miércoles, 15 de mayo de 2013

Dilo.


Coges tu libreta, esa libreta que elegiste una vez para proponerte escribir los aspectos de tu vida que te gustaría cambiar, la observas, piensas, te planteas... ¿Quizás soy yo el que debe cambiar? 
Se limitan a pensar que lo haces mal, que te da igual tu futuro o, generalmente, tu vida. Pero no son capaces de imaginar la frustración de tu mente, los pensamientos que rondan tu cabeza, los problemas que hay en tu vida o, simplemente, que sientes. Sí queridos míos, todos aquí sentimos, todos tenemos problemas y frustraciones. La vida no es ningún camino de rosas. Pero, ¿quién soy yo para hablar de la vida? Solo soy una niña de 16 años que está comenzando a vivir. Niña la cual se queja de sufrir, pero es consciente de que a  lo largo de su remota existencia sufrirá muchísimo más de lo que lo está haciendo ahora. Quizás no tenga motivos para quejarme o, simplemente, mis motivos sean escasos y sin sentido... Pero, ¿y qué? No me tiene porque pasar lo mismo que a los demás para saber que es sufrir. Cada uno en esta vida sufre a su manera.
Debo callarme, abandonar mis pensamientos tan solo un instante. 
Se despide una cría que solo reproduce en un papel sus pensamientos, alguien que solo siente. 

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