martes, 14 de mayo de 2013

Ay, amor.



Ay, amor. Yo no quiero despertar de este sueño, abrir los ojos y ver que todo esto era mentira, que no era más que una ilusión tonta. Despertar de este lapsus mental que ahora mismo siento, de esta felicidad tan cercana al paraíso. Lo agradezco, agradezco cada sonrisa que me has dado en los peores momentos y esos abrazos inesperados, abrazos que van plagados de ternura. Tu ternura, la ternura que desprendes y la forma de manifestarla, eso es maravilloso. 
Sí, confieso que no pienso que esto vaya a ser para siempre, sé que nada es para siempre. Pero contigo lo quiero, me haces sentir tan bien. Ay, amor, adoro el roce de tus labios y tus latidos de locura, locura soñada.
Todos en algún momento de nuestra vida soñamos con vivir algo por el estilo, ¿quién no desea recibir amor por parte de alguien? El amor nos llena, nos hace sentir libres, intocables. Ay, amor, contigo me siento intocable. 
¿Por qué nos obsesionamos con conseguirlo, con conseguir el amor? ¿De verdad es tan importante para nosotros? Para mí sí que lo es. Vale la pena sufrir solo por vivir la sensación tan maravillosa de sentirte puro, un ser superior al resto. 
Como bien dice Nena Daconte "Y es que otra vez no quiero perder lo que tanta gente anda buscando por ahí, lo que le hace a tanta gente ser feliz, lo que tanto amor me perdí."


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