sábado, 30 de enero de 2016

Si yo pudiera pedir algo...

Si yo pudiera pedir algo que supiera con certeza que se haría realidad, pediría un mundo libre; con eso no quiero decir que ojalá todos pudiéramos ser pájaros y recorrer el mundo a nuestro aire, un mundo libre es un planeta repleto de personas justas, de mentalidades abiertas, de almas vivas, de seres con gracia, un mundo donde amar sea la clave y no la perdición, un lugar donde elegir qué hacer, quién y qué ser, a quién besar, hacia dónde ir, y todo esto, sin temor a ser juzgado. Ojalá poder crear un momento, un instante o, al menos, un simple suspiro en un lugar semejante a este. Pero, por desgracia, nosotros no habitamos en un paraje parecido, nuestra realidad es bastante distinta. No sabemos lo que es la justicia, no conocemos la paz, no respetamos al resto de seres vivos del planeta, o nos creemos seres superiores a todo o nos adaptamos a las cosas, sin levantar cabeza, sin quejarnos, sin hacer absolutamente nada por cambiar el caos que absolutamente todos somos capaces de apreciar en mayor o menor medida. Discúlpenme, me estoy equivocando, existen personas distintas a estos dos tipos de individuos, las cuales para mí le dan brillo y color a todas las cosas. Son aquellas que captan el dolor en las miradas, que abrazan con ternura, que luchan sin descanso, que pisan fuerte en este baile que es la vida. Estas personas también sufren, aman, ríen, se enfurecen, se agotan, ellas también piensan en tirar la toalla, ¿o acaso os he hecho pensar que puedan llegar a ser perfectas? No lo son, ni quiero que lo sean. A pesar de sus defectos, ellas siguen adelante, con esa juventud reflejada en sus ojos, esa magia que tanto buscamos, ese arte en las pisadas, siempre dejando huella allá a donde van. ¿Saben quiénes son la mayoría de los componentes de este grupo? Las mujeres. ¿Y saben por qué? Porque somos capaces de todo, porque a pesar de las piedras que nos ha puesto el camino, o mejor dicho: “el hombre”, a lo largo de toda la historia de la humanidad hemos seguido adelante, saltando obstáculos. Tenemos un poder superior, algo especial y difícilmente definible con palabras. La verdad es que la mujer actual le debe su vida a todas aquellas mujeres que nos hicieron ser quien ahora mismo somos, ya que hemos ganado medallas olímpicas, premios Nobel, hemos sido grandes escritoras, cantantes, pensadoras, deportistas, trabajadoras. Somos capaces de todo. Pero ojalá esto pueda seguir mejorando día tras día, año tras año, ojalá la igualdad en un futuro no tenga ni qué nombrarse, porque ya esté siendo parte de nuestra realidad. Ojalá no nos distinguiesen por sexos, razas, orientaciones sexuales, etnias, especies o religiones. Ojalá un mundo donde poder ser yo, donde tú puedas ser quien realmente eres. Si yo pudiera pedir algo que supiera con certeza que se haría realidad, pediría un mundo libre.

Consejos para después del café

El mayor error es cuando dejas de ser tú mismo por agradar a los demás, cuando dejas de luchar por tus sueños porque a tus padres les parecen poca cosa, cuando no asumes que estás en un bucle, en una relación tóxica, cuando no eres consciente de que tienes a personas en tu vida que solo la corrompen. Sal a fuera, libérate, sé tu mismo, deja atrás todo lo que te hace daño, todo por lo que no te vale la pena luchar, y avanza. Sigue y no mires atrás, porque todo llega, todo pasa, todo viene y va.
Y que ojalá mis suspiros le confiesen al viento
que me muero porque te levante la falda,
por ver al descubierto todas tus inseguridades,
por hacerte sentir incompleta
cada vez que no soy yo quien abre tus piernas.